
Las personas pasamos una media del 85% del tiempo dentro de nuestras viviendas. Un porcentaje que se convierte en una razón sólida para tener acondicionadas nuestras viviendas para el frío y el calor. Porque además es una de las mejores formas de ahorrar energía y por lo tanto dinero.
El aislamiento térmico con celulosa nos ofrece soluciones tanto para el frío extremo del invierno como para el calor agobiante que sufrimos en verano. El aislamiento de un edificio o casa es una contrastada formula de impedir y atenuar la propagación de las temperaturas del exterior al interior de nuestros hogares que son responsables de la mayor parte del consumo energético, que se produce a la hora de intentar calentar o enfriar el interior de nuestras viviendas.
Una casa o edificio poco o mal aislado requerirá de un mayor esfuerzo de los sistemas de climatización y, por tanto, un mayor consumo y un mayor gasto económico. Una de las formas más solventes de aislamiento térmico es el inyectado de borra de celulosa dentro de cavidades.
Cuando en un sistema aislado hay un punto no controlado por que hay algún material conductor o porque hay un paso físico del aire se le denomina puente térmico y produce una evasión de las temperaturas por este lugar. El beneficio de inyectar e insuflar el aislamiento es el de poder llegar a todos los rincones evitando así cualquier punto térmico de escape de temperatura.